El tema de identidad indígena siempre en nuestro país ha estado “pueblos
indígenas”, “pueblos originarios”, “poblaciones tribales”, “indios”, “pueblos
autóctonos”, “primeros pueblos” , y otros. Aunque en El Salvador son muy pocos
los que aún se pueden llamar indígenas, en el mundo son un grupo social que
suma más de 370 millones de personas distribuidas en más de 70 países.
Habitaron estas tierras, que ahora llamamos salvadoreñas, mucho antes de la
venida de los españoles. Con su trabajo y sudor han contribuido a la
construcción de este país. Con su sangre han escrito algunos de los capítulos
más tristes de la historia salvadoreña. Su lengua ha enriquecido con numerosos
vocablos y topónimos al español que todos hablamos cotidianamente. Su sangre
corre por las venas de la mayoría de salvadoreños gracias al mestizaje salvaje
del que fueron víctimas durante la conquista y colonia españolas, que se
prolongó con los criollos en tiempos de la república. Sin embargo, la
Constitución de la República nunca los reconoció. Es decir, el Estado
salvadoreño los ha ignorado desde su fundación. Siempre han sido un pueblo
invisible, no porque no se ven, sino porque nunca han contado para el país.
El Salvador sobre la homogeneidad de la
población y, por lo tanto, el rechazo a la diversidad étnica y cultural. El
término “pueblo” se utiliza para referirse tanto a los pobladores de una aldea
pequeña como a los habitantes de un país entero. El “pueblo estadounidense”,
por ejemplo, incluye a todos los ciudadanos de aquel país del norte. Pero el
pueblo estadounidense está formado por otros pueblos que tienen características
propias y que por lo tanto forman un grupo social que, aun siendo parte del
crisol estadounidense, mantiene su identidad. Los amerindios, por ejemplo, son
parte del pueblo estadounidense pero forman, étnica y culturalmente, un pueblo
propio; es decir, un grupo social propio, diferente de los otros grupos
sociales (étnica y culturalmente hablando) que conforman la gran nación
estadounidense. Cuando en El Salvador los partidarios del concepto de nación
como una sociedad homogénea, en términos lingüísticos, étnicos y culturales, se
oponen a la existencia de grupos minoritarios con características propias,
están tratando, como se ha hecho históricamente en el país, de borrar de un
plumazo la existencia de todas las minorías, quitándoles su identidad y, por lo
tanto, quitándoles la posibilidad de exigir sus derechos como grupo social.
Desafortunadamente, nuestros pueblos indígenas
han perdido casi todas las manifestaciones tangibles de su identidad, como la
vestimenta, la religión y el lenguaje, que encontramos en otras poblaciones
indígenas alrededor del mundo no en todas. Esto no quiere decir, sin embargo,
que han dejado de existir como pueblo. Cualquier antropólogo que haya trabajado
con los indígenas salvadoreños sabe lo difícil que es identificarlos y
diferenciarlos de otros grupos sociales. Ser difícil no significa ser imposible. En realidad, estos criterios no son válidos ya
que, debido al mestizaje, el color de piel moreno lo tienen tanto indígenas
como ladinos, y la pobreza en este país es generalizada.
Es imposible comparar a los indígenas
contemporáneos con los indígenas del tiempo de la conquista y la colonia. Ni
siquiera podemos compararlos con los indígenas que participaron en el
levantamiento de 1932. Esa cultura ya no existe. Los indígenas de ahora poseen
sus propios rasgos culturales, en gran medida similares a los del resto de la
población debido a un prolongado sincretismo cultural. De la misma manera, la
cosmovisión es una visión de mundo compartida por todo un grupo social, que
sirve para explicar la realidad, tanto física como espiritual. Es decir, la
cosmovisión ya incluye los valores de un pueblo y su espiritualidad, La contradicción sería tratar de que el
indígena cristiano, o musulmán o judío se convirtiera a una religión indígena
(sin nombre). Semejantes pretensiones nos podrían llevar a la adopción de
visiones identitarias perversas, racistas, como la supremacía aria. La
diversidad cultural que el Estado debe apoyar y promover en la sociedad es la
tolerancia, el respeto y la comprensión de otras formas de ver la realidad, de
otros estilos de vida, de otros idiomas, de otras costumbres, de otras
religiones, etcétera. Todos somos salvadoreños pero todos somos diferentes.
Puedo pertenecer a un pueblo indígena sin dejar de ser salvadoreño, y puedo ser
salvadoreño sin pertenecer a un pueblo indígena.
En segundo lugar, y con base en la discusión
anterior, lo que el Estado debe hacer es reivindicar a los pueblos indígenas,
para hacer eso se necesita Obviamente no hay recetas prefabricadas. Cada sociedad
tiene su propia historia y cada pueblo tiene sus propios derechos que reclamar.
En el caso de El Salvador, a los indígenas se les negó el acceso a todos los
beneficios de la sociedad moderna que el Estado podía proveer, como educación,
salud, vivienda y trabajo digno. El efecto de esa negación de derechos ha
condenado a los pueblos indígenas a estar, en su mayoría, bajo la media
nacional en prácticamente todos los indicadores de desarrollo socioeconómico.
Además, la negación y folclorización de lo
indígena provocó la negación de su identidad y, por lo tanto, el abandono de
sus creencias, costumbres, idioma y todas las manifestaciones culturales que
los identificaba como pueblo.
Es decir, no basta parecer indígena o
autoproclamarse indígena. Hay que sentirse indígena y ser aceptado por los
demás indígenas como tal.
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